Prueben a tirar un dado -uno solo- ¿qué probabilidades tienen de que les salga un siete?… Joan Brossa buscó siempre lo imposible y bautizó así al grupo que formaba con Cuixart, Tàpies, Tharrats, Joan Ponç y el filósofo Arnau Puig como ideólogo. Les prometí escribir sobre Dau al Set y aquí está.
Situémonos a finales de los años 40, un páramo artístico y cultural. Así era la posguerra del nacional-catolicismo y la autarquía. L@s grandes artistas -los que sobrevivieron- habían emigrado a Francia o América Latina. Todo libro relacionado con la brillantísima Vanguardia anterior, la del 27, había ardido, accidentalmente o en piras. En aquel desierto, solo el arte próximo a la doctrina y libre de antecedentes tenía permiso de residencia.
Este es el panorama que encontró aquella generación de creadores audaces: todo está prohibido. Sus inquietudes y anhelos no tenían referentes, a diferencia de la generación del 27 que pudo catapultarse en la anterior del 98. Y dos elementos eran especialmente vigilados: pintores y escritores. Con los grandes del surrealismo exiliados –Miró, Remedios Varo, Buñuel entre tant@s otr@s- (por no citar el destino de los poetas), se rompió el cordón umbilical con una tradición cercana en el tiempo pero remota en la realidad.
El milagro de la 2ª Vanguardia: En este panorama Dau al Set consiguió florecer, como harían después otros grupos como El Paso. La tierra fértil donde germinar no la encontraron en bibliotecas ni en museos, sino probablemente en el Mercat de Sant Antoni. Aquel cúmulo de objetos sorprendentes sin nexo, de historias sin desarrollo lógico, era puro surrealismo. ¿Ustedes creen en las casualidades? Soy bastante escéptico y me pregunto porqué en esta piel de toro nacieron muchos de sus genios y una vez amputados el surrealismo volvió a brotar. Probablemente porque aquí el surrealismo no es un invento sino una forma de vida, no hay más que darse un paseo por Las Ramblas. Mientras Breton y los suyos buceaban en el universo onírico de Freud, aquí basta con salir a la calle y respirarlo. Si encima sopla la tramuntana -ya saben lo que se dice de ella y sus efectos- el subconsciente aflora por sí solo.
Y se produjo un fenómeno sorprendente. Si en Europa ya no era la vanguardia espontánea y febril de la preguerra, sino una academia, Dau al Set mantenía la audacia y la capacidad de perplejidad. Cuando viajaron a París acogidos por Miró, con la intención de descubrir mundo y tendencias, resultó que la segunda Vanguardia les descubrió a ellos. Sin saberlo, habían desarrollado un informalismo que entonces empezaba a florecer en Europa. Sus ecos llegaron hasta el MoMA, la Tate ó el Guggenheim de NY que rápidamente los incluyeron en sus colecciones, y deslumbraron en sucesivas Bienales de Venecia y Sao Paulo.
El mensaje de Dau al Set y su vocación de experimentación no tuvo fronteras. Pero aquí su repercusión fue apagada por el sistema y en especial la del más surrealista: Joan Brossa, porque el régimen era incapaz de descifrarlo. Su poesía visual en que la letra se emancipa de la palabra y se expresa por sí misma les resultaba inextricable y por tanto doblemente peligrosa.
«Creo en la compenetración mutua del arte plástico y la literatura, son lados de la misma pirámide que coinciden en su punto más alto» (Brossa). Su poesía visual es un salto al vacío, sin la red académica de la métrica y la forma. La letra y la palabra emergen como elemento plástico con una sensibilidad y una fuerza descomunales, situándose entre el cadáver exquisito surrealista y las imágenes hipnagógicas.
Más sorprendentes si cabe son su poemas-objeto, que empezó a desarrollar en 1943. Grandes maestros surrealistas de hoy, como el extraordinario fotógrafo Chema Madoz, se reconocen deudores de Brossa y su capacidad para descontextualizar objetos cotidianos y crear nuevos mensajes a partir del valor poético que encuentra en ellos, a menudo jugando con el contraste de material y tamaño, como en «Porró amb daus».
Brossa construye su obra desde unos recursos mínimos que contrastan con la fuerza de los mensajes que encierra, más implícitos que evidentes. Como los espectáculos de magia, sus juegos visuales requieren la complicidad del espectador.
Permítanme sugerirles dos breves vídeos en los que Arnau Puig, filósofo y crítico de arte, último testimonio de Dau al Set, nos introduce en su Universo:
Dau al set por Arnau Puig . Brossa por Arnau Puig
Enlace de interés: http://www.fundaciojoanbrossa.cat/
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