Alfons Mucha (o Alphonse Mucha, pronúnciese «muja»), fue quizá el mejor cartelista de la historia, seguro el más precoz. Aprendió a dibujar antes que a andar y su madre le tuvo que colocar un lápiz colgante sustituyendo al chupete: fue el mejor dibujante a gatas.
El Palau Martorell nos ofrece una excelente muestra del genio de Bohemia. «La misión del artista es estimular en las personas el amor a la belleza y la armonía» escribió.
Su estilo incondundible, minucioso y siempre en busca de la belleza, es un prodigio del modernismo, que en centroeuropa se llamó art nouveau o Jugendstil.
Alfons Mucha saltó a la fama en París en 1895, cuando su cartel Gismonda para la súper estrella del teatro Sarah Bernhardt (actriz y empresaria del Théâtre de la Renaissance) anunció el nacimiento del distintivo ‘estilo Mucha‘, con tal relevancia que el
concepto de art nouveau se asoció en un principio a ese estilo, como si de la misma corriente artística se tratara.
El efecto creado fue asombroso y el cartel fue tan popular que los parisinos salían de noche y, ayudándose de navajas, los recortaban de las vallas publicitarias.
Bernhardt le ofreció enseguida a Mucha un contrato en exclusiva para los siguientes seis años, en los que no sólo se encargó de la cartelería, sino que diseñó decorados, vestuario y complementos para su compañía.
La forma larga y estrecha, los sutiles colores pastel y el efecto ‘halo’ alrededor de la cabeza continuarían siendo características de los carteles de Mucha a lo largo de su vida: figuras femeninas como alegorías del placer mundanal. Jóvenes lánguidas, de melenas exhuberantes, cargadas de flores y joyas, con vestimentas de corte neoclásico e indefectiblemente enmarcadas por círculos de filigranas, símbolos y arabescos.
El ornamento decorativista que refuerza las imágenes remite al lujo y la ostentación orientales así como a la linealidad del grabado japonés, de tanto calado entre los pintores occidentales del momento. (Vea, si le apetece, La estética japonesa y los Impresionistas)
Estos elementos se combinaron con la quietud de la figura de tamaño casi natural para introducir una nota de sobriedad.
Mucha regresó a Bohemia en 1910. Pasó gran parte del resto de su vida creando las 20 pinturas que componen la Epopeya eslava.
La muestra se divide en tres apartados temáticos: los dos primeros hacen hincapié en su aportación al art nouveau en París, mientras que el tercero gira en torno a la evolución de su obra una vez de regreso a Chequia.
En el Palau Martorell, Carrer Ample,11.
Hasta el 15 de octubre
Horario: Todos los días de 10 a 20h
Entrada: 14€
Entradas online: Taquilla Palau Martorell
o en Taquilla.
Breve video de la exposición, de la Agencia EFE: Youtube