La estética japonesa se debe a su sentido de la espiritualidad. Es la expresión de un estado natural, capaz de provocar en nosotros sensaciones de serena melancolía y anhelo espiritual porque nos comunica sabiduría a través del silencio.
Mi ejemplo favorito, Komorebi: «Luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles».
Sus principios son bellísimos en si mismos, y no son fruto de modas, es una filosofía de vida que surge de la combinación del sintoísmo y el budismo zen:
amor por la naturaleza no como simple apreciación pasiva, sino como una armonización con ella, la caducidad e imperfección de las cosas, la belleza de sugerir en vez de mostrar… ideales de belleza milenarios que han
sabido sintetizar en unos valores estéticos absolutamente inspiradores.
Sin ningún ánimo enciclopédico -no se asusten- quisiera compartir algunos de ellos.
Tal vez nos inspiren hoy, porque abarcan todos los ámbitos de la vida, desde los más anecdóticos a los más esenciales.
Miyabi: El refinamiento sutil, que no se ostenta, sino que se insinúa. Muy ligado a la elegancia.
Mono no aware: La capacidad de sorprenderse o conmoverse, y de sentir cierta melancolía o tristeza ante lo efímero, ante la vida y el amor, por ejemplo con la apreciación del florecimiento de los cerezos o los almendros.
Puede traducirse como empatía o sensibilidad.
Wabi y sabi son dos términos que describen una visión estética basada en «la belleza de la imperfección»: nada dura, nada está completado y nada es perfecto.
Algunas características de la estética wabi-sabi son la asimetría, aspereza, sencillez o ingenuidad y sugiere además un proceso natural.
Kintsugi: Kintsukuroi es el arte de la reparación de la cerámica uniendo las piezas con oro o plata. La clave es entender que la pieza es más hermosa por haber sido rota, porque su verdadero valor no radica tanto en la belleza externa, sino en la historia que posee.
La combinación de la estética wabi-sabi y el kintsugi es de una profundidad bellísima y puede aplicarse en nuestras vidas, lo que parece roto puede transformarse en algo aún más hermoso y valioso. La imperfección es lo que nos hace únicos.
Los cambios naturales que se manifiestan con el paso del tiempo representan las cualidades de la edad, esa pátina antigua en que se ha transformado el brillo inicial, dejando ver la verdadera belleza y la dignidad, que solo se alcanzan a través del uso y de la existencia.
La aceptación de los cambios nos regala una liberación del apego que tenemos hacia lo material, y nos muestra el camino hacia una vida más simple, mucho más cercana al proceso natural de la existencia: el fluir constante y la impermanencia de todas las cosas.
Cuando los Impresionistas -y las generaciones posteriores- descubrieron los grabados japoneses se produjo un choque emocional que cambió el Arte para siempre: la pintura explotó en colores y la sensación, la experiencia subjetiva, la visión personal del artista se impuso. Lean si lo desean nuestro artículo
Los Impresionistas y la estética japonesa.
Fukinsei: Asimetría e irregularidad. La naturaleza está llena de relaciones de belleza y armonía que son asimétricas y sin embargo balanceadas. Esta es la belleza dinámica que se busca. En la pintura, por ejemplo, El enso (círculo zen) es dibujado frecuentemente como un círculo incompleto, simbolizando la imperfección como parte de la existencia.
Muchos otros principos están relacionados con el minimalismo, «menos es más», basados en el profundo y misterioso sentido de la belleza del universo y opuestos a lo ostentoso:
Shibui: Simplicidad elegante, Sutileza.
Iki: Ligado con la Sensualidad, pero elegante y sobria: «chic». Muy similar al principio más moderno del Kawaii.
Kanzo: Simpleza o eliminación de excedentes. La expresión simple y natural. Nos recuerda en no pensar en términos de decoración sino de claridad, a través de la omisión de lo no esencial.
Yugen: Lo oculto, la belleza escondida, el poder de lo misterioso. Sugerir más mostrando menos.
Yohaku no bi: Apreciación de la belleza en lo tácito, lo implícito o lo que no se expresa en una obra de arte. Su enfoque está en lo que se deja fuera. Se puede observar en pinturas de tinta con grandes porciones de papel en blanco.
Shizen: Más relacionado con la Naturaleza, también prescribe la ausencia de pretensiones o de artificio.
Finalmente, otros principios están relacionados con el tempo y la armonía:
Wa: La idea de armonía, paz y balance, fundamental en la cultura japonesa y en las relaciones humanas. Es un aspecto clave de la sensibilidad japonesa y fundamental tanto en la estética Impresionista como en el diseño actual.
Ma: El vacío, intervalo de espacio o de tiempo. En la estética japonesa el vacío es frecuentemente preparado para ser un punto focal y permite una sensación de energía o de movimiento por contraste. Es la clave para el balance de la composición asimétrica. En la música tradicional aparece en forma de silencios o pausas.
Shibui: Simplicidad elegante, Sutileza.
Seijaku: Es una “calma activa”, energizada. Se relaciona con el sentimiento que se tiene en un jardín japonés. El sentimiento opuesto al de seijaku sería el ruido y la perturbación.
Jo-ha-kyu: Es un tempo que se puede traducir como: «comience lentamente, acelere después y termine repentinamente». Esta estética es utilizada por las artes japonesas tradicionales, como la ceremonia del té.
y por supuesto, mi favorito,
Komorebi: «Luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles». Me inspira cuando pienso en ello no solo en términos estéticos, sino como una forma de afrontar la vida; fluir sin colisionar, embelleciendo todo alrededor y dando calor.
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