Recrear el propio árbol genealógico es un buen ejercicio de crecimiento personal y con esta obra Frida lo lleva a su máxima expresión.
Se autorretrata tres veces : como óvulo fecundado, non nata unida a su madre por un potente cordón umbilical y en el centro como niña. Una niña feliz, libre y muy unida a su tierra, protegida por la Casa Azul y por su familia. La pieza destila Amor y dignidad; amor por México, inconfundible en la simbología del paisaje, sin perder de vista el horizonte del mar del que inmigraron sus abuelos, y amor por su familia, con un lazo rojo que los une por la eternidad.
Es un autorretrato único. Sólo hizo una obra similar, «mi familia«, en la que aparecen también sus hermanos y tías. Carece de la fuerza y magistralidad de «Mis abuelos mis padres y yo«, pero le sirvió como estudio previo a la obra principal.
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La pintora bengalí Amrita Sher-Gil es considerada la Frida oriental, por la libertad de sus temas y su trazo. Alcanzó una riqueza de variedades tonales extraordinaria. En su gramática del color se unen la pintura moderna con el pensamiento de Tagore: «Leemos mal el mundo, y decimos luego que nos engaña». «Tres mujeres» 1932, NGMA de Nueva Delhi.