«He estado estudiando a Miguel Ángel y creo que el gran mago me va a dar algunos de sus secretos» (Auguste Rodin).
Hay obras que el artista no realiza para exponer, sino para vivir y «La puerta del infierno» de Rodin es paradigmática: un conjunto escultórico en el que trabajó toda su vida pero jamás quiso mostrar.
La inició en 1880 por encargo: una puerta adornada con bajorrelieves que representara «La Divina Comedia» de Dante. Pero jamás cumplió su función; Rodin trabajó en ella hasta el día de su muerte 37 años después, con la colaboración de otros ilustres escultores como la francesa Camille Claudel, y nunca permitió que saliera de su estudio, con la única excepción de la Exposición Universal de París de 1900, aunque después siguió trabajando en ella 17 años más.
¿Qué relación establece el artista con una obra así? ¿la consideraba Rodin un fracaso? ¿Nunca estuvo satisfecho con el conjunto, modificándolo una y otra vez, no dándolo nunca por acabado? Se ha escrito de ella al mismo tiempo como una obra maldita y como una obra decisiva en la historia de la escultura.
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Probablemente es ambas cosas: maldita sin duda, pero también es decisiva porque fue el vivero en que Rodin creó y desarrolló la mayoría de sus obras: El pensador (que preside el conjunto), El beso (imagen idílica de una pareja que intercambia el primer beso de amor), Las tres sombras (que coronan la puerta), Adán y Eva, Ugolino… Toda la obra de Rodin está en La Puerta del Infierno: más de doscientas figuras y grupos que en muchos casos cobraron protagonismo al modelarlas y desarrollarlas por separado.
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Porque otro misterio de la obra consiste en que si bien el conjunto escultórico ofrece una visión febril y tormentosa del Infierno, un día de furia, en cambio cada pieza por separado resulta a menudo sensual y evocadora, aportando una nueva visión de las pasiones humanas. Tal vez porque de la representación original de «La Divina Comedia», el Infierno como lugar de castigo, Rodin se va apartando a lo largo de los años bajo la influencia de «Las flores del mal» de Baudelaire, cuya edición original ilustró.
El averno de Dante se va transformando en un estado del alma, un tormento íntimo, donde los sentimientos dolorosos se matizan con expresiones más ambiguas y la sensualidad y la seducción irrumpen en una visión original y radicalmente moderna del Infierno.
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(Nota: El conjunto escultórico original está realizado en yeso y conservado en el Museo d’Orsay. Tras el fallecimiento de Rodin se realizaron ocho copias en bronce fundido, por el método del vaciado a la arena, que están en el Museo Rodin de París, dos en Estados Unidos, dos en Japón, en Zúrich, Seúl, y la última en México).