El bote vacío y la Barca-Taller de Monet

Una lúcida e inspiradora reflexión de Elena Almirall, acompañada de obras de Monet.

Pueden seguir a Elena en El Periódico de las Buenas Noticias


El otro día andaba pensando en lo bueno que sería si consiguiéramos no personalizar. Trataré de explicarme: hablaba con una amiga y estábamos analizando sus problemas sentimentales. Ella dijo una frase que me llamó la atención: «Fíjate lo que me ha hecho».

Entonces, se me ocurrió que si a esa frase le quitáramos el «me», la situación ya no le resultaría tan dolorosa. Se lo comenté. Le pregunté: ¿por qué crees que «te» ha hecho algo «a ti»? Quizás es simplemente su forma de actuar y resultó que tú estabas en medio. Tal vez, si te quitas de ahí, si no te lo tomas como algo personal, como algo que «te» ha hecho alguien -concretamente a ti-, entonces, dejarás de sufrir y podrás empezar a comprender.

Unos días después, llegó a mis manos un texto de Thomas Merton titulado «El bote vacío»…


Claude Monet: «La Barca» 1887, Museo Marmottan-Monet, París.

«He retomado las cosas que son imposibles de hacer: agua con algas onduladas en el fondo… Es admirable verlo, pero es una locura querer pintar eso» (carta de Monet a Geffroy)
Un lienzo asombroso, por su composición y sus dimensiones (1,46 x 1,33, sin marco). Pintado en 1887, avanza la investigación que Monet haría en la década siguiente con los nenúfares.

Es llamativo recordar que las obras de Monet en las que parece que no hay tema, porque el tema es la luz y el color, fueron consideradas en su día «inferiores» por los críticos de arte. Parece que el punto de inflexión se produjo con una exposición itinerante en 1952 que recorrió gran parte de Europa, con obras que la crítica consideraba «mejor olvidadas». Pero el gran público sintonizó inmediatamente con aquellas sinfonías en que el color fluye en infinitos matices; en múltiples capas de suaves pinceladas que logran la atmósfera de un mundo cambiante y flotante.


… Unos días después, llegó a mis manos un texto de Thomas Merton titulado «El bote vacío», del que quiero compartir unas líneas:

El camino para apartarse de la confusión
y quedar libre del dolor
es vivir en el Tao,
en la tierra del gran Vacío.
Si un hombre está cruzando un río,
y un bote vacío choca con su esquife,
por muy mal genio que tenga
no se enfadará demasiado;
pero si ve en el bote a un hombre,
le gritará que se aparte…


Claude Monet: «La Barca-Taller», 1876. Barnes Foundation, Filadelfia

Edouard Manet, Caillebotte y Renoir visitaban habitualmente a Monet en Argenteuil. En el verano de 1872 quedaron fascinados: Monet había comprado una pequeña barca de pesca que convirtió en su estudio para recorrer rincones del Sena.  Era el verdadero pintor «au plein air«, especie que actualmente parece en extinción. Recorría los parajes del río observando cómo la luz y el color fluían sobre el paisaje. Y pintándolo.

«Nunca tuve un Estudio y personalmente no entiendo por qué querría encerrarme en una habitación. Tal vez para dibujar, seguro, pero no para pintar» (Monet).


…pero si ve en el bote a un hombre,
le gritará que se aparte.

Si sus gritos no son escuchados,
volverá a gritar una y otra vez,
y empezará a maldecir.
Y todo porque hay «alguien» en el bote.
No obstante, si el bote estuviera vacío,
no estaría gritando, ni estaría irritado.

Si uno puede vaciar el propio bote,
que cruza el río del mundo,
nadie se le opondrá,
nadie intentará hacerle daño.
(…)
Así es el ser humano perfecto:
su bote está vacío.

Así que, a partir de ahora, voy a intentar apartar la confusión, voy a tratar de quitar el “me” de mis frases. A partir de ahora, voy a intentar vaciar el bote y navegar mucho más ligera de equipaje. (Elena Almirall, autora de El Periódico de las Buenas Noticias).


Después de Argenteuil Monet se mudó a Vétheuil (1878), siempre a orillas del Sena. En «Las colinas de Vétheuil» (1880, colección privada), nos ofrece una visión panorámica que incluye su casa. La iglesia medieval domina la pequeña ciudad y junto a su torre se encuentran las dos torres gemelas de cinco pisos de «Les Tourelles». Justo debajo, a la orilla del río, la pequeña casa de Monet, con techo gris. Y frente a ella (fíjense bien) está amarrada la Barca-Taller. Muchas de las obras de la época de Vétheuil están pintadas desde su pequeña cabina, donde apenas cabía el propio Monet y un caballete. Y en cualquier época del año:

«El deshielo en el Sena, cerca de Vétheuil» 1880, Orsay, París


Finalmente, Monet se estableció en Giverny, en 1883, también a orillas del Sena. Y por supuesto llevó consigo su Barca-Taller.
«Mañana en el Sena, cerca de Giverny» 1897, MET de NY.

El encuadre es apretado, entre los sauces, pero la impresión de espacio es enorme con el reflejo del cielo sobre el agua que abre una profundidad infinita.

Pintar «au plein air» va mucho más allá de una descripción del paisaje. Cuando se produce una comunión entre el pintor y el entorno los detalles de desvanecen y el tema pierde importancia. Para revelar la esencia de esa sintonía, para pintar lo invisible, la línea no sirve, sino la luz y el color.

Bon Davinci ideó una evocadora recreación de la mañana en el Sena:

Con los años, la espalda y los hombros impidieron a Monet remar contra la corriente del río. Su barca, que navegaba con el espíritu de un bote vacío, quedó definitivamente amarrada. Entonces se ató al jardín de Giverny para desarrollar la magia que permite que los colores se mezclen en nuestra retina en vez de en la paleta del pintor. El puente japonés, los sauces, miles de flores y el estanque de nenúfares… con un gran cambio: cuando Monet amarró por última vez su barca, dejó de pintar el horizonte. Quizá por ello la crítica no supo valorar en su momento estas pinturas, que ya no son paisajes sino sutilezas de la luz.

Si les apetece, les sugerimos el artículo La Estética Japonesa y Los Impresionistas.


PS: Referente a la reflexión sobre el Bote Vacío, les traigo también una obra de Caillebotte: «Yerres: Efecto de la lluvia», óleo de 1875. Centra en los reflejos rotos nuestra atención, canalizada por la verticalidad de los árboles que mantienen el mundo a raya.
Donde cielo y tierra se encuentran aparece el bote vacío como una presencia, la de su padre que había fallecido poco antes.

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