Capítulo 1º: el Casting, de Casas a Picasso, pasando por Gaudí.
els 4 Gats. Casas, Romeu, Rusiñol y Utrillo
Eran jóvenes, supertalentosos y bohemios. Ante el rechazo social se agrupaban en colles (tribus) y eran portadores de un virus muy contagioso: el modernismo. Vivían a caballo de Barcelona, Sitges y el París canalla de Montmartre (lean, si les apetece Montmartre, el fin del arte de academia) y escandalizaban con sus exposiciones conjuntas en la Sala Parés; el academicismo imperante en el XIX agonizaba junto al siglo ante los brotes de movimientos impresionistas que emergían con la vanguardia.
Santiago Rusiñol, Ramón Casas y Miquel Utrillo formaban parte de la colla de “los lleons i cendrosos” (junto a Ramón Canudas y el escultor Enric Clarasó), “los catalanes de París” , “los modernistas”, que compartían noches de bohemia junto al Sena con Ignacio Zuloaga.
Y en esas noches locas conocieron a un personaje fundamental, descacharrante : Pere Romeu, artista de bajo perfil pero animador de la bohemia parisina, el explosivo camarero del Chat Noir de Rodolphe Salis que dejaba a un lado las bandejas para hacer sesiones de sombras chinescas, imitaciones de Aristide Bruant o marionetas inspiradas en Joan Maragall.
Casas, Romeu, Rusiñol y Utrillo decidieron montar en Barcelona un local inspirado en aquellos parisinos, un restaurante-cabaret con exposiciones , donde la concurrencia pudiera dar rienda suelta a la tertulia : els 4 Gats
Consiguieron el apoyo financiero del industrial Manuel Girona, fundador de la Cámara de Comercio, presidente del Ateneo y que también participó en la construcción del Liceu. Y eligieron los bajos del los bajos de la Casa Martí, un edificio neogótico modernista que su amigo Josep Puig i Cadafalch acababa de construir en el nº 3 de la calle Montsió .
Rápidamente se convirtió en el núcleo de la bohemia y los nuevos movimientos artísticos que surgían a caballo del nuevo siglo: el Modernismo, la Renaixença literaria, el simbolismo , el neoimpresionismo, …Duró 6 años, de junio de 1897 a junio de 1903, pero ¡Qué seis años! Fue la vanguardia del s. XX, en el sentido de grupo que se adelanta y que se asocia frente al rechazo general del resto de la sociedad, una élite avanzada que experimenta y renueva y que sienta los cimientos de las revoluciones artísticas del siglo XX y todos sus “-ismos”.
La constante búsqueda de lo nuevo y de ruptura con el pasado dará como resultado la renovación total del concepto del Arte y sus límites. Pero no es una ruptura solo artística, también social y política. Barcelona era un polvorín tras la guerra de Cuba y el surgimiento del Anarquismo. Y todo ello formará parte de las tertulias de els 4 Gats, que en lo artístico abarcaban todas las disciplinas, desde el teatro o la música al ganchillo.
Pronto se amplía la nomina de contertulios y asiduos en el cabaret de Romeu : La “colla del safrà” formada por una nueva generación ávida de novedades: Joaquim Mir , Isidre Nonell, Ramon Pichot (padre artístico de Dalí), Ricard Canals, Julio Vallmitjana y Adrià Gual. El ilustrador Ricard Opisso trae de la mano a un amigo de Reus muy callado y reservado, siempre rumiando sobre los enormes proyectos que a pesar de su juventud ha asumido : la Sagrada Familia y el Park Güell y ya barruntando la reforma de la Casa Batlló, quien escuchaba con fervor las ocurrencias de los más dicharacheros y sobretodo a Joan Maragall cuando leía sus escritos.
Y poco después Ricard Canals trae al grupo a sus amigos, la mayoría de la Llotja: Casagemas, Sebastià Sunyer, Anglada Camarasa y a un joven talentoso de Málaga que como gran admirador de Casas y Rusiñol empieza a frecuentar el local desde los 17 años y allí realizará sus dos primeras exposiciones : Pablo Ruiz.
Seis años mágicos duró aquel volcán de creatividad, entre idas y venidas a París, con amigos ilustres: Albeniz, Zuloaga, Ruben Darío, Falla, Machado, Enric Granados, Unamuno, Pablo Gargallo y tantos otros. En junio de 1903 Romeu cerró la persiana por última vez, pero sus paredes quedaron impregnadas para siempre de la “humareda de pipas que emborrachaba de ideas a los parroquianos de la casa” (Rusiñol).
Fue sede del Cercle artístic Sant Lluc y desde los años 70 vuelve a ser restaurante. Aún siendo territorio guiri, aún decorado con reproducciones, mantiene vivo el recuerdo imborrable de aquel virus modernista que todo lo impregnó.
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La mayor parte de la obra adjunta se encuentra en el MNAC