«Muchas veces me sorprende que tenga que ser yo el primero en hallar soluciones que a nadie se le han ocurrido antes» …. «Este árbol próximo a mi taller: ¡este es mi maestro!» … «Para hacer las cosas bien es necesario primero el Amor, segundo la técnica» (Gaudí).
No teman, no voy a estropearles el día con una insípida colección de datos enciclopédicos y archisabidos. Todos Ustedes conocen la figura de Gaudí y la mayor parte de su obra. Así que trataré de centrarme en los aspectos menos conocidos del Universo Gaudiniano.
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Por ejemplo en su precocidad. Con 15 años y dos amigos de Reus empezó a saltar el muro del Monasterio de Poblet, entonces en ruinas. Aquellos muchachos descubrieron un lugar de poder, un mundo mágico, entre capillas semiderruidas y sepulcros con lápidas ilegibles. Y dieron rienda suelta a sus fantasías ¿cómo? … realizando un proyecto de rehabilitación.
Ya en la Escuela de Arquitectura Gaudí destacaba por sus ideas audaces e innovadoras, pero era un pésimo estudiante y habitual repetidor; su maestra era la Naturaleza, que le revelaba creaciones arquitectónicas por intuición, y renqueaba con otro lastre para un aspirante a arquitecto: no le gustaba dibujar. ¿Cómo se las apañó después sin dibujar planos? … Hacía maquetas en yeso, tantas como fueran necesarias; su pensamiento trabajaba en 3 D. Digamos que fue un escultor de grandes formatos.
Es paradigmático este caso: todavía estudiante, colaboró con Josep Fontserè en la remodelación del Parc de la Ciutadella, principalmente en la cascada, que tiene grabada la firma de Gaudí en un lateral. Además de participar en el diseño, Gaudí realizó el complejo proyecto hidráulico, lo que le valió aprobar la asignatura de Resistencia de materiales sin tener que presentarse al examen. Pueden verse otras intervenciones de Gaudí en las puertas y rejas del recinto y en la balaustrada de piedra de la placeta de Aribau. En esta última, varios estudiosos afirman que Gaudí dejó 3 flechas orientadas exactamente hacia los puntos en que después haría sus principales obras (muy recomendable el recorrido de Carlos Mesa por la Barcelona esotérica). No sabemos si tenía poderes premonitorios, pero su abundante simbología origina fantásticos debates que recorreremos.
Cuando finalmente obtuvo la titulación, es conocida la sentencia de Elies Rogent, eminente arquitecto, director de la Escuela y presidente del tribunal examinador: «No sé si hemos dado el título a un genio o a un loco, el tiempo lo dirá«.
Gaudí era un personaje muy singular, mitad pagès mitad dandy, al que no le gustaba ser fotografiado, solo existen ocho fotos suyas… Y una sola pintura, la de su amigo Joan Llimona para el que posó como Sant Felip Neri, en un formidable retablo que aún está en la iglesia del mismo nombre. Era un místico cuyo objetivo era acercar los humanos a Dios (o al revés) y su obsesión religiosa se fue radicalizando con los años. También era un buscador de la belleza «La belleza es la luz de la verdad» dijo y en su mente todo se conectaba: Dios, naturaleza, belleza y geometría.
Porque la geometría es la clave técnica de su obra «Soy geómetra, que quiere decir hombre de síntesis» escribió. Como destaca el ilustre matemático Claudi Alsina (no se pierdan su libro «Geometría para turistas») las simetrías, giros y traslaciones inspiradas en la madre Naturaleza le convirtieron en un gran innovador; como el arco catenario, que se soporta a sí mismo, las columnas inclinadas, las formas cónicas de sus chimeneas y pináculos y tantas otras estructuras síntesis perfecta de la belleza y la practicidad. Por ejemplo, sus torres con estructura helicoidal no necesitan apoyos laterales: confiamos en que sus predicciones estructurales se cumplirán con la última torre de la Sagrada Familia -la central, de Jesucristo- que medirá 172 metros, casi como la montaña de Montjuïc. Porque Gaudí no hacía cálculo de estructuras, su estudio de la Naturaleza y su intuición le bastaban … tranquilos, su amigo y colaborador Rubió sí los hacía … y se han podido certificar por fin 100 años después gracias a la megacomputación, hasta ahora era cuestión de fe 🙂
Arquitectura sostenible Este concepto tan actual ya figuraba en su pensamiento. Una de las poquitas cosas que dejó escritas (en plena revolución industrial): «El arquitecto del futuro se basará en la imitación de la naturaleza, porque es la forma más racional, duradera y económica de todos los métodos.”
El mejor ejemplo es el Park Güell y no solo por su integración en el medio natural. Ideó un sistema que recoge las aguas pluviales de la gran plaza y las conduce -por el interior de las columnas de la sala hipóstila !- hasta una piscina subterránea, para usarlas como riego. ¿Cómo saber que la piscina estaba llena y eliminar el sobrante? … mediante el dragón de la entrada.
Minuciosidad: Gaudí era de espíritu renacentista y como Leonardo se tomaba su tiempo, era muy meticuloso y diseñaba hasta el último detalle, incluso pomos de puertas y ventanas (en la parte artística contaba con su compañero de fatigas Josep Maria Jujol, el maestro del color, el hombre que inventó el trencadís y sobre el que hablaremos profusamente en próximos capítulos). Velocidad punta: tardó 14 años en definir la forma final del banco del Park Güell. La Sagrada Familia lleva 134 construyéndose, sin dinero público (Gaudí decía «mi cliente no tiene prisa») y lo mejor está por llegar: no solo está ideada para verse desde toda Barcelona (especialmente de noche, ya les contaré) también para oírse: ¿se han fijado que las torres, con sus aberturas, se asemejan a los tubos de un órgano invertidos? Continuará…
Capítulo 2º: Gaudí, los enigmas de su simbología
Un avance de los próximos capítulos:
Enlaces recomendados:
http://www.antonigaudi.org/
http://ariel.claudator.com/autor/claudi-alsina
http://www.carlosmesa.com
Antoni Gaudí-el personaje